Construir puentes que parecen imposibles
No es sencillo describir a Eduardo Barriobero, porque fue muchas cosas a lo largo de su vida: riojano, abogado, traductor, escritor, anarcosindicalista de la CNT, republicano, diputado y, sobre todo, revolucionario.José Luis Carretero nos ofrece la biografía de este hombre polifacético en una narración de pulso trepidante que recorre las tres primeras décadas del siglo XX en España. Un libro de historia hecho por un escritor (entre otras muchas cosas) que consigue el ritmo necesario para mantener al lector pegado a sus páginas.
Las luchas de un jabalí es un relato de lucha, de tenacidad y también de superación, de sobreponerse a las represalias de enemigos muy poderosos. Ni la cárcel, ni los castigos físicos ni la prohibición de ejercer la abogacía doblegaron la voluntad de Barriobero, que siempre se las ingenió para encontrar un nuevo lugar desde el que aportar al cambio político y a la revolución social.
En ocasiones, la trayectoria vital de Barriobero parece encajar más con un libro de aventuras, pero se trata de historia, como confirman las fuentes consultadas por el autor, así como las referencias a figuras relevantes de la España de la restauración y la II República, desde Juan García Oliver hasta Emilio Castelar, pasando por Blas Infante o por Ramón Franco, hermano mayor de quien después sería dictador y genocida.
Eduardo Barriobero fue uno de los principales abogados de la CNT, en un tiempo en que los sindicatos necesitaban especialistas en derecho penal más que laboralistas, porque las leyes que se aplicaban a los trabajadores eran esencialmente represivas. Amigo de anarquistas y comunistas, como le definían sus adversarios en el parlamento (del que formó parte en varias legislaturas), Barriobero fue también un político que intentó conectar la corriente más obrerista del republicanismo, la federal, con la anarcosindicalista CNT, lo cual le hizo objeto de duras críticas desde el movimiento libertario. Habitar en la frontera y tender puentes no suele ser cómodo ni sencillo.
Barriobero tuvo también una actividad cultural incesante, primero como traductor (entre otros de Rabelais, creador en el siglo XVI de los populares gigantes Gargantúa y Pantagruel) y después y sobre todo como autor de novelas de quiosco, las novelas que leían los trabajadores. Fue un apasionado de la cultura obrera, dentro de un grupo de escritores que no aspiraban a constituirse como élite por encima de las masas gracias a su refinamiento estético sino a ser leídos por la mayoría y, en el caso de los libertarios, contribuir a la revolución social.
Eduardo Barriobero fue un profesional liberal que demostró todo lo que la clase media puede aportar al cambio social desde la alianza con la clase mayoritaria, la trabajadora, y lo hizo desde las filas de la CNT, un sindicato obrero que aspiraba también a defender los intereses de una parte de la clase media, la profesional, y por eso afiliaba también a periodistas, abogados y escritores.
El Barriobero letrado fue el precursor de otros abogados que años después también harían aportaciones vitales al cambio social, como los laboralistas que contribuyeron a la expansión de Comisiones Obreras en los últimos años del franquismo o los penalistas que dieron un apoyo vital a los presos comunes organizados en la COPEL contra la tortura y las leyes penitenciaria y penal de la dictadura.
El compromiso de Barriobero con la causa obrera le llevó a participar en la revolución social que se desató en Cataluña tras el fracaso del golpe de Estado del 18 de julio de 1936. A propuesta de la CNT, Eduardo formó parte de la Oficina Jurídica, el tribunal revolucionario ligado a las colectividades que constituyó la alternativa a la reconstrucción de la Generalitat republicana. Su experiencia en esta institución, por si sola ya es motivo suficiente para leer el libro de Carretero, porque aborda un tema central: las dificultades para garantizar libertad, seguridad y respeto a los derechos humanos desde la administración de justicia en un contexto revolucionario.
Como dice Julián Vadillo, historiador especializado en el movimiento libertario de principios del siglo XX y prologuista del libro que nos ocupa, Eduardo Barriobero representa a una generación de políticos, sindicalistas y militantes a los que la derrota en la guerra civil ha llevado al ostracismo, a pesar de que realizaron análisis muy certeros, tuvieron una contribución relevante a la cultura popular y supieron leer donde tenían que estar en cada momento para hacer la mayor aportación posible al cambio social.
No se pierdan el libro de José Luis Carretero sobre Eduardo Barriobero, constructor de puentes que parecían imposibles entre el sindicalismo revolucionario de la CNT y el republicanismo, y también entre la clase trabajadora y la clase media profesional.
Las luchas de un jabalí es un relato de lucha, de tenacidad y también de superación, de sobreponerse a las represalias de enemigos muy poderosos. Ni la cárcel, ni los castigos físicos ni la prohibición de ejercer la abogacía doblegaron la voluntad de Barriobero, que siempre se las ingenió para encontrar un nuevo lugar desde el que aportar al cambio político y a la revolución social.
En ocasiones, la trayectoria vital de Barriobero parece encajar más con un libro de aventuras, pero se trata de historia, como confirman las fuentes consultadas por el autor, así como las referencias a figuras relevantes de la España de la restauración y la II República, desde Juan García Oliver hasta Emilio Castelar, pasando por Blas Infante o por Ramón Franco, hermano mayor de quien después sería dictador y genocida.
Eduardo Barriobero fue uno de los principales abogados de la CNT, en un tiempo en que los sindicatos necesitaban especialistas en derecho penal más que laboralistas, porque las leyes que se aplicaban a los trabajadores eran esencialmente represivas. Amigo de anarquistas y comunistas, como le definían sus adversarios en el parlamento (del que formó parte en varias legislaturas), Barriobero fue también un político que intentó conectar la corriente más obrerista del republicanismo, la federal, con la anarcosindicalista CNT, lo cual le hizo objeto de duras críticas desde el movimiento libertario. Habitar en la frontera y tender puentes no suele ser cómodo ni sencillo.
Barriobero tuvo también una actividad cultural incesante, primero como traductor (entre otros de Rabelais, creador en el siglo XVI de los populares gigantes Gargantúa y Pantagruel) y después y sobre todo como autor de novelas de quiosco, las novelas que leían los trabajadores. Fue un apasionado de la cultura obrera, dentro de un grupo de escritores que no aspiraban a constituirse como élite por encima de las masas gracias a su refinamiento estético sino a ser leídos por la mayoría y, en el caso de los libertarios, contribuir a la revolución social.
Eduardo Barriobero fue un profesional liberal que demostró todo lo que la clase media puede aportar al cambio social desde la alianza con la clase mayoritaria, la trabajadora, y lo hizo desde las filas de la CNT, un sindicato obrero que aspiraba también a defender los intereses de una parte de la clase media, la profesional, y por eso afiliaba también a periodistas, abogados y escritores.
El Barriobero letrado fue el precursor de otros abogados que años después también harían aportaciones vitales al cambio social, como los laboralistas que contribuyeron a la expansión de Comisiones Obreras en los últimos años del franquismo o los penalistas que dieron un apoyo vital a los presos comunes organizados en la COPEL contra la tortura y las leyes penitenciaria y penal de la dictadura.
El compromiso de Barriobero con la causa obrera le llevó a participar en la revolución social que se desató en Cataluña tras el fracaso del golpe de Estado del 18 de julio de 1936. A propuesta de la CNT, Eduardo formó parte de la Oficina Jurídica, el tribunal revolucionario ligado a las colectividades que constituyó la alternativa a la reconstrucción de la Generalitat republicana. Su experiencia en esta institución, por si sola ya es motivo suficiente para leer el libro de Carretero, porque aborda un tema central: las dificultades para garantizar libertad, seguridad y respeto a los derechos humanos desde la administración de justicia en un contexto revolucionario.
Como dice Julián Vadillo, historiador especializado en el movimiento libertario de principios del siglo XX y prologuista del libro que nos ocupa, Eduardo Barriobero representa a una generación de políticos, sindicalistas y militantes a los que la derrota en la guerra civil ha llevado al ostracismo, a pesar de que realizaron análisis muy certeros, tuvieron una contribución relevante a la cultura popular y supieron leer donde tenían que estar en cada momento para hacer la mayor aportación posible al cambio social.
No se pierdan el libro de José Luis Carretero sobre Eduardo Barriobero, constructor de puentes que parecían imposibles entre el sindicalismo revolucionario de la CNT y el republicanismo, y también entre la clase trabajadora y la clase media profesional.
José Luis Carretero, Eduardo Barriobero. Las luchas de un jabalí.
Queimada Ediciones, Colección Nuestra Memoria, Madrid, 2017. 175 págs.
http://www.lamalatesta.net/product_info.php/products_id/ 59550
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