Cazarabet conversa con...José Luis Carretero Miramar
La Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... José Luis Carretero Miramar, autor de “Eduardo Barriobero. Las luchas de un jabalí” (Queimada)
Nos encontramos ante un libro que cuenta la vida de un luchador, “las luchas de un jabalí”; nos las narra y nos sumerge en ellas José Luis Carretero Miramar.
El libro lo escribe, como si lo retratase, nos referimos a las luchas de Eduardo Barriobero, José Luis Carretero.
El libro forma parte de la colección Nuestra Memoria.
Lo que nos cuenta Queimada Ediciones sobre este libro:
Eduardo Barriobero y Herrán abogado penalista, masón, novelista, republicano federal, presidente de un Tribunal Revolucionario a propuesta de los anarquistas en plena revolución colectivista, ensayista, diputado constituyente, orador, editor, preso, publicista, traductor, cenetista... Una vida apasionada y polifacética, un personaje transgresor, rupturista, creativo.
Este libro narra las aventuras y luchas de un jabalí, como denominó Ortega y Gassett a los diputados de la República, que, cercanos al anarcosindicalismo, trataron de evitar el choque de trenes entre el sindicalismo revolucionario y el republicanismo burgués. Furibundamente anticlericales, obreristas, federalistas y partidarios de las más amplias libertades civiles, los jabalís, entre los que se contaban también gentes como Ángel Samblancat (el mejor discípulo de Joaquín Costa y un publicista íntimamente relacionado con la CNT) o José Antonio Balbontín (abogado de anarcosindicalistas, poeta, y primer diputado del PCE) representaron un mundo que basculaba entre el republicanismo federal y el anarquismo, y destacaron por su inconformismo frente al intento de 'normalizar' al republicanismo.
Eduardo Barriobero (1875, Torrecilla en Cameros, La Rioja) que abandonó su plácido puesto de Registrador de la Propiedad para comenzar una vida bohemia de escritor en el Madrid del modernismo y que decía cosas tan actuales como: "Queremos que al cabo de la Revolución presente, la política no sea ya en España la profesión de quienes no tienen profesión.
Que los tribunales no vuelvan a ser como los perros de cortijo, que sólo ladran a quien va mal vestido.
Que la plutocracia)' la burocracia no sean barreras contra el Derecho y baluarte defensivo contra el propio deber.
Que el pan se reparta como el sol y el aire, que el hombre, en una palabra, no sea ya el lobo del hombre, sino el hermano del hombre."
Enlaces: http://www.portaloaca.com/historia/biografias/12746-eduardo-barriobero-las-luchas-de-un-jabali.html
Cazarabet conversa con José Luis Carretero:
-José Luis, ¿qué te ha hecho acercarte a la figura de Eduardo Barriobero? ¿qué te ha inspirado a ello?.
-Bueno. Me inspiraron varias cosas. En primer lugar un pequeño libro de Julián Bravo Vega que ya había sobre él, en el que se presenta una sucinta cronología de su vida y de sus obras. Aunque no es un texto acabado, daba una buena idea de la vitalidad del personaje, de su riqueza, de su multiplicidad, y también de su compromiso. Pero yo creo que la razón principal de que me gustara tanto es que tenía mucho que ver con el mundo en el que yo me movía. En esos momentos era todavía un abogado ejerciente, centrado sobre todo en la defensa penal de los movimientos sociales. Lo fui durante los años 90 y los primeros años del actual siglo. Pertenecía a la Asociación Libre de Abogados de Madrid. Allí conocí muchos Barrioberos, muchos letrados de los movimientos populares, de los que alguien tendrá que hacer las correspondientes biografías en su momento, como Endika Zulueta, Paca Villalba, Amalia Alejandre y muchos y muchas más. Gente que era criminalizada por su trabajo y que estaba dispuesta a llevar casos gratis y a comprometerse con una visión de la abogacía como fuerza de cambio, como algo más relacionado con la Justicia, con mayúsculas, que con la imagen del abogado exitoso, el abogado de los ricos.
-Tu condición de abogado de causas, llamémoslas obreristas y de los que no tenían voz; así como de escritor las tienes en común con Eduardo, ¿te ha ayudado esto a acercarte a él y a entenderlo?
-Sí, por supuesto. Estuve de pasante en el despacho de Endika Zulueta y de Juan Manuel Ruiz y luego ejercí por libre casi una década. Defendí okupas, militantes sociales detenidos en manifestaciones, insumisos que se negaban a ir al servicio militar, trabajadores que eran sancionados o despedidos por su actividad sindical, mujeres denunciantes de la violencia machista, inmigrantes que buscaban su permiso de trabajo y residencia. Colaboré con la Asociación Contra la Tortura, en los años en que prohibieron su página web, con las asociaciones que defendían los derechos de los presos y de los menores infractores, con las acusaciones populares en casos de genocidio y justicia internacional como el de Guatemala con Ríos Montt. No era el más importante ni el más visible de ese mundo, pero estaba inmerso en él, así que me resultó enormemente atractivo el personaje de Barriobero, defensor de cenetistas, penalista, jurista volcado en una visión garantista del Derecho, que quería convertir en un instrumento vivo de la justicia material, más que en una colección de sentencias muertas para la legitimación de la injusticia realmente existente.
Y, sí, también me gustaba mucho escribir. Lo hice desde la misma revista de mi instituto, donde publiqué algunos artículos y poemas. También en el boletín del colectivo autónomo al que pertenecí desde muy joven, así como en las varias revistas y fanzines que sacamos durante años, cuando todavía no existía internet. Publiqué un folleto, firmado a nombre del colectivo, que se titulaba “Contra la tolerancia. Un ajuste de cuentas con el racismo institucional”. Supongo que ahora será imposible de encontrar. Escribí en el “Molo”, en la La Haine, en Sindominio, donde me dejaron. Luego, cuando ya era docente y más pausadamente, me dediqué a escribir mucho más: artículos, ensayo, cuentos, una pequeña novela, lo que he podido y sabido. Me apasionó esa pasión de Barriobero. Escribir, narrar el mundo, tratar de comprenderlo y nutrirte de él, expresarte y devolverle al mundo algo de lo que hay dentro de tu cabeza, siempre me ha parecido un placer y una obligación militante. En este libro hay un fragmento de una entrevista a Barriobero, donde éste incide en las relaciones entre la literatura y la abogacía: “En mis informes, en mis escritos, en la elección de asuntos, vuelvo siempre por los fueros de la literatura y del arte”, dice. Cuando lo leí me recordó un pleito que tuve en la Audiencia Provincial, defendiendo por el Turno de Oficio a un politoxicómano acusado de manera bastante solvente por la policía, no recuerdo de qué. Al finalizar el juez vino hacia mí y me dijo algo así como “he leído con mucho placer su escrito de defensa, me ha recordado a una novela de Blasco Ibáñez, todo muy bien contado e hilvanado, pero no me creo nada. Voy a condenar a su cliente”. Por supuesto, recurrí la sentencia y conseguí que le bajaran la pena.
-Pero, además en tus libros se nota ese carácter divulgador que solo tienen los docentes que “lo sienten”. ¿Lo ves un poco así?
-Sí. Otra de mis pasiones ha sido la pedagogía, el cómo transmitir conocimientos, formar en el pensamiento crítico y concientizar, por usar la expresión de Paulo Freire. Por eso, cuando dejé la abogacía por motivos esencialmente económicos y personales, decidí presentarme a las oposiciones de educación y no a las de juzgados, como hubiera sido más previsible.
Creo que los mundos literarios, pedagógicos y político-sociales encajan entre sí. Nunca he entendido a esa gente que escribe de manera oscura e incomprensible, sólo para un público de elegidos, o para obtener puntos o prestigio en un proceso académico. Los intelectuales que sólo escriben para intelectuales. Creo que hay que hacer accesibles instrumentos de análisis de la realidad a las clases populares, creo que hay que hacerlas autónomas, críticas, en una palabra, libres, y para eso hay que escribir para ellas y con ellas, además de sobre ellas y sus luchas. Mis libros son divulgativos, sencillos en la expresión, hay quien lo dice con un deje de desprecio, porque sólo escribe y piensa para una determinada casta dedicada únicamente a perpetuarse en instancias de poder. Esa crítica no me interesa. Me interesa más cuando alguien me dice “no he entendido esto, ¿lo puedes expresar mejor, más fácilmente, sin perder profundidad?”.
Hay que recordar que en tiempos de Barriobero el movimiento obrero y el republicanismo hicieron una gigantesca obra de pedagogía de masas en los Ateneos Libertarios, los Círculos Republicanos, los sindicatos, las escuelas racionalistas, los periódicos de tendencia, las revistas, las colecciones de novelas de quiosco. La gran masa de novelas cortas de Barriobero y sus coetáneos, sería despreciable desde el punto de vista de un académico quisquilloso o de un “divino artista literario”, pero contribuyó poderosamente a la auto-ilustración de las masas obreras, a su toma de conciencia de las contradicciones fundamentales del capitalismo, al enriquecimiento cultural de sus vidas. Eso sí me parece una pedagogía de la concientización y de la liberación, más que la afectación de muchos de los intelectuales posmodernos que escriben hoy en día.
-Republicano federalista, vinculado a la CNT y que mantenía un “buen entente” con los anarquistas. Esto, “a priori” y a algunas personas les puede parecer casi imposible, pero era así…se ha conocido muchos casos. El Partido Republicano Federalista era o fue un partido integrado, sobretodo, por personas con “la mente muy abierta”. ¿Lo ves así?, ¿qué nos puedes explicar?
-Sí. El Partido Republicano Federal nace como la rama más transformadora del republicanismo, de las cenizas del anterior Partido Democrático. Los federales nunca fueron un partido al uso. En términos contemporáneos deberíamos decir que los federales era mucho más un partido-movimiento, que un partido jerarquizado de corte clásico. Era un espacio político de una enorme riqueza, constituido por Círculos, Ateneos, revistas, periódicos, Agrupaciones locales, escuelas, logias masónicas, etc. Y estaba poblado, según las épocas por gentes como Blasco Ibáñez, Pi i Margall, Augusto Barcia, Ángel Samblancat, Hildergarth Carballeira, Belén Sárraga o el propio Barriobero.
Era un partido interclasista y nutrido fundamentalmente por profesionales liberales, pero siempre tuvo una perspectiva social muy fuerte, y estuvo muy vinculado con el nacimiento del movimiento obrero español, así como con la emergencia del anarquismo. Fue Pi i Margall el primero que tradujo a Proudhon al castellano, y el federal Fernando Garrido el primero que escribió sobre el cooperativismo en nuestro país.
Las fronteras entre el republicanismo federal y el movimiento obrero nunca estuvieron del todo claras: muchos de los fundadores de la Primera Internacional en España eran militantes del Partido Federal, y muchos de los hombres más destacados del movimiento libertario empezaron militando en las filas federales, como Ricardo Mella, Fermín Salvochea, Pedro Vallina o el propio Federico Urales. En Madrid, antes de la fundación del Ateneo Sindicalista por los obreristas cercanos a la CNT, los libertarios, los sindicatos autónomos y todo tipo de personajes insurrectos se reunían habitualmente en el Centro Federal, como cuenta Pedro Vallina.
Eduardo Barriobero y otros personajes, como Ángel Samblancat, fueron, años después, muestra de toda una rama de los federales que se vinculó estrechamente con la CNT. Muchos de ellos eran abogados y defendían a los anarquistas. Defendían la “República Social”, un concepto que iba mucho más allá del republicanismo burgués clásico y que se refería a un régimen de base sindical y amplias libertades civiles, basado en las cooperativas y empresas autogestionarias, en la nacionalización con cogestión obrera de las empresas estratégicas, en la separación entre Iglesia y Estado. Pretendían ser una especie de “ala parlamentaria de la CNT”, lo que nunca cuajó. Y muchos de ellos, como el propio Barriobero, participaron activamente en el proceso colectivizador de la Guerra Civil.
El republicanismo federal, en cualquiera de sus vertientes, está en el origen y en la médula de muchas de las ideas que hoy consideramos como el patrimonio clásico de la izquierda: la igualdad de sexos (Barriobero votó a favor de la concesión del voto a la mujer, cuando la mayoría de la izquierda parlamentaria no lo hizo), la reforma penal, el laicismo, las vanguardias artísticas, el cooperativismo, etc.
-Y como Blasco Ibáñez estaban convencidos, amarrados a los valores republicanos, que solo llegarían a ella y a vivir con esos valores, mediante la Revolución. Amigo José Luis creo que lo tenían mucho más claro que otros de los que se creían de izquierdas, quizás lo fuesen de convicción, pero que estaban integrados en un partido de “corte clásico” y vertical… ¿Qué nos puedes reflexionar?
-Los federales tenían la revolución (con esa palabra) y la transformación social como ejes fundamentales. Y su convicción se vio muchas veces acompañada por los hechos. De hecho, entre los federales hubo siempre tendencias insurreccionales, como la comandada por el exministro de la Primera República Nicolás Estévanez, que desde París dirigió múltiples intentonas de levantamiento armado en suelo peninsular.
Mientras parte de la izquierda jugaba exclusivamente al juego político y parlamentario, gentes como José Nakens daban cobijo a Mateo Morral, o el propio Barrioberoparticipaba activamente en conspiraciones para derribar la dictadura de Primo de Rivera, mandatado por el Comité Nacional de la CNT, lo que le conllevó una fuerte contrariedad, que narro en mi libro.
Samblancat, Barriobero, entrando y saliendo habitualmente de las cárceles por delitos de opinión o por su defensa jurídica de los sindicalistas, contrastan fuertemente con la figura de muchos repúblicos clásicos o socialistas que hicieron toda su carrera política entre los salones del Ateneo y los escaños del Congreso, pero nunca salieron de allí.
-Fue Emilio Castelar, uno de los presidentes de la I República, junto con Pi i Margall dos de los políticos que más influyeron en nuestro protagonista…
-Barriobero conoció a Castelar de muy joven. Se fue desde Torrecilla, su pueblo natal, a Madrid, para buscarle y hablar muy brevemente con él. Y Pi era el gran icono de todo federal, el hombre que había desarrollado toda la perspectiva del federalismo municipalista como alternativa coherente para la pluralidad territorial española. Personajes fuertes, con una larga trayectoria de lucha y una gran altura intelectual. Castelar, más individualista, liberal y unitario, Pi más socializante y obrerista. Grandes hombres de la historia de la España que hemos ido olvidando, convenientemente para quienes detentan el poder, que son prácticamente las mismas familias que en sus tiempos.
-¿Por qué se sabe tan poco de este abogado y, además, escritor? ; ¿Será porque la historia la escriben siempre los que ganan las “contiendas” tanto directa como indirectamente?
-Barriobero es un personaje maldito desde muchos puntos de vista. Los franquistas, obviamente, han sepultado su memoria, como la de muchas otras personas que lucharon por la libertad y contra Franco. Pero en el caso de Barriobero, existen muchos más enemigos de su memoria, desde el anarquismo más dogmático, que silenció la existencia de una CNT mixta, plural, rica y variada; hasta el republicanismo más burgués y centralista, que siempre le vio como un enemigo, como un “traidor de clase”, que pese a ser un pequeño burgués y un profesional liberal, se vinculó estrechamente con las posiciones del movimiento obrero; o al catalanismo burgués que también lo tuvo en su punto de mira. En vida le acusaron de todo: libertino, confidente, corrupto…le llamaban “el primer pistolero de la nación”, por actuar de abogado de los anarquistas, “encarnación de Lucifer”, por sus críticas a la Iglesia. Una vez muerto, se le sepultó tras una gran losa de silencio.
No cabe duda de que es difícil ser un personaje que siempre está en el medio, vinculando cosas que los dogmáticos de todo tipo no quieren que se vinculen (como el anarquismo y la República), traicionando los intereses de tu clase social, haciendo críticas incómodas para todos y defendiendo a los obreros perseguidos por todos los regímenes políticos de tu tiempo.
-¿Qué crees que se deben personalidades dedicadas al compromiso sociopolítico como los republicanos federalistas respecto a cenetistas y anarquistas o viceversa…?. Una complicidad que bien puede tener una reflexión.
-Se deben muchas cosas. La concepción radical de la democracia que manejaban los federales fue el suelo desde el que mucha gente llegó con rapidez a la idea de democracia directa de los anarquistas. El municipalismo era, también un nexo de unión entre ellos, así como una percepción no clerical del mundo. El gusto por la ilustración de las masas, por la cultura popular al tiempo que por las vanguardias artísticas. La idea romántica y bullanguera de la revolución como una realidad al alcance de la mano. El gusto por la provocación cultural y la apertura sexual y de género. Incluso el iberismo, como perspectiva federal de unificación política de la península desde la base del libre pacto basado en los municipios libres, que se puede rastrear desde las obras de Pi i Margall a las de Felipe Alaiz.
El movimiento obrero español nunca hubiera llegado a ser lo que fue sin el abono federal, que creó un subsuelo fértil para la extensión de las ideas libertarias. Los movimientos sociales amplios y con pegada real no nacen de la nada, no son el producto de cuatro iluminados con las ideas presuntamente muy claras, sino que suelen ser el resultado de un proceso de decantación de décadas, de mezclas y remezclas impuras, de un proceso de aprendizaje de masas con avances y retrocesos. Lo principal que debemos aprender de esto es que hay que mantener la mente muy abierta y el espíritu muy dispuesto al debate, no dejarse arrastrar por el dogmatismo y la pretensión de tener toda la verdad.
-¿Por qué crees que Eduardo como otros muchos, además de ser o pasar a ser como “los apartados” de la historia se mantiene sobre ellos tantos “prejuicios” es fruto de esa miseria que genera la ignorancia?
-Sí, desde luego, la ignorancia impuesta desde que, en la llamada Transición española se optara por la reforma del régimen franquista y no por la ruptura con él. Hubo que silenciar la legitimidad histórica, y hasta jurídica, del régimen republicano, y con él, toda la historia del republicanismo español. Perdimos el trabajo de generaciones de españoles que, ellos sí, fueron las generaciones más preparadas de nuestra historia. No las que más títulos tenían, sino las que más hicieron por liberar e instruir a nuestros pueblos. Si a eso le unimos la inquina específica contra Barriobero, por las razones que hemos indicado antes, tendremos una gigantesca losa sobre nuestro biografiado. Pero las losas también se rompen con el tiempo y el esfuerzo. Barriobero, en otro país, estaría en los templos de honor de la democracia. Sería un referente nacional. No tuvo más errores que sus coetáneos, ni más graves, y tuvo innumerables aciertos, en su lucha por una España más libre y más justa. Pero aquí no tenemos ningún templo de honor de la democracia, y sí múltiples estatuas y calles dedicados a un dictador genocida y fascista y sus allegados, en contra, incluso, de la legalidad.
-Amigo José Luis sabemos que eres una persona muy inquieta, ¿nos puedes explicar o dar alguna pista sobre lo que estés trabajando en la actualidad?
-Bueno. Estoy con varios artículos para publicaciones internacionales. Uno de ellos será un texto, precisamente, sobre las relaciones entre el republicanismo federal y el anarquismo para un libro. Otro, un artículo sobre el 15-m y el lenguaje de los movimientos de resistencia a la crisis en España para una revista extranjera.
Más a medio plazo tengo dos proyectos en mente: me gustaría hacer un libro divulgativo y muy sencillo sobre el tema de los fondos buitre (para volver a los temas económicos que siempre me han gustado), y una biografía sobre Abraham Guillén, anarquista manchego heterodoxo, economista de la autogestión y teórico de la guerrilla urbana en América Latina.
Espero sacar en algún momento tiempo para todo esto...y espero que recibáis con agrado mi gratitud por hacerme esta entrevista. Un abrazo muy fuerte.
25449 Eduardo Barriobero. Las luchas de un jabalí. José Luis Carretero Miramar
175 páginas 23 x 17 cms.
12.00 euros
Queimada
175 páginas 23 x 17 cms.
12.00 euros
Queimada
Eduardo Barriobero y Herrán abogado penalista, masón, novelista, republicano federal, presidente de un Tribunal Revolucionario a propuesta de los anarquistas en plena revolución colectivista, ensayista, diputado constituyente, orador, editor, preso, publicista, traductor, cenetista... Una vida apasionada y polifacética, un personaje transgresor, rupturista, creativo.
Este libro narra las aventuras y luchas de un jabalí, como denominó Ortega y Gassett a los diputados de la República, que, cercanos al anarcosindicalismo, trataron de evitar el choque de trenes entre el sindicalismo revolucionario y el republicanismo burgués. Furibundamente anticlericales, obreristas, federalistas y partidarios de las más amplias libertades civiles, los jabalís, entre los que se contaban también gentes como Ángel Samblancat (el mejor discípulo de Joaquín Costa y un publicista íntimamente relacionado con la CNT) o José Antonio Balbontín (abogado de anarcosindicalistas, poeta, y primer diputado del PCE) representaron un mundo que basculaba entre el republicanismo federal y el anarquismo, y destacaron por su inconformismo frente al intento de 'normalizar' al republicanismo.
Eduardo Barriobero (1875, Torrecilla en Cameros, La Rioja) que abandonó su plácido puesto de Registrador de la Propiedad para comenzar una vida bohemia de escritor en el Madrid del modernismo y que decía cosas tan actuales como: "Queremos que al cabo de la Revolución presente, la política no sea ya en España la profesión de quienes no tienen profesión.
Que los tribunales no vuelvan a ser como los perros de cortijo, que sólo ladran a quien va mal vestido.
Que la plutocracia)' la burocracia no sean barreras contra el Derecho y baluarte defensivo contra el propio deber.
Que el pan se reparta como el sol y el aire, que el hombre, en una palabra, no sea ya el lobo del hombre, sino el hermano del hombre."
Este libro narra las aventuras y luchas de un jabalí, como denominó Ortega y Gassett a los diputados de la República, que, cercanos al anarcosindicalismo, trataron de evitar el choque de trenes entre el sindicalismo revolucionario y el republicanismo burgués. Furibundamente anticlericales, obreristas, federalistas y partidarios de las más amplias libertades civiles, los jabalís, entre los que se contaban también gentes como Ángel Samblancat (el mejor discípulo de Joaquín Costa y un publicista íntimamente relacionado con la CNT) o José Antonio Balbontín (abogado de anarcosindicalistas, poeta, y primer diputado del PCE) representaron un mundo que basculaba entre el republicanismo federal y el anarquismo, y destacaron por su inconformismo frente al intento de 'normalizar' al republicanismo.
Eduardo Barriobero (1875, Torrecilla en Cameros, La Rioja) que abandonó su plácido puesto de Registrador de la Propiedad para comenzar una vida bohemia de escritor en el Madrid del modernismo y que decía cosas tan actuales como: "Queremos que al cabo de la Revolución presente, la política no sea ya en España la profesión de quienes no tienen profesión.
Que los tribunales no vuelvan a ser como los perros de cortijo, que sólo ladran a quien va mal vestido.
Que la plutocracia)' la burocracia no sean barreras contra el Derecho y baluarte defensivo contra el propio deber.
Que el pan se reparta como el sol y el aire, que el hombre, en una palabra, no sea ya el lobo del hombre, sino el hermano del hombre."
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