Potenciar la economía local. Propuestas inspiradas en modelos de la naturaleza.


Aquí está el prólogo que he escrito para este magnífico libro de Víctor Méndez:



                LA ALTERNATIVA DE LA ECONOMÍA ORGÁNICA, DESDE LO LOCAL.

                En estos tiempos en que tanto se habla de democracia municipal, de generación de espacios locales autosuficientes y autogestionados, de crisis ecológica y de reconstrucción de la vida económica sobre nuevas bases, sociales y solidarias, la publicación del libro “Potenciar la economía local” de Víctor Méndez, es algo más que oportuna. Era necesaria.
                Porque el texto de Víctor, compañero del Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión (ICEA), y enamorado de la mezcla de rigor intelectual y creatividad  necesaria para aprehender nuevas posibilidades sociales en medio de la barahúnda que nos rodea, abre nuevas dimensiones  a la innovación económica en los espacios locales. Unos espacios que ya fueron rodeados de una aureola cuasi-mítica en cuanto a su virtualidad para la transformación de las formas de vida, por el movimiento obrero libertario, o por el republicanismo federal y pi-margalliano de principios del siglo pasado.
                Si hemos recuperado el interés por lo local, por el municipio como espacio privilegiado para la innovación social, y para la construcción de una infraestructura económica distinta que dé lugar a nuevas formas de desarrollo sustentable y de convivencia, es porque el libre flujo inmisericorde los Capitales a través del Globo ha teñido nuestras vidas de un manto oscuro de devastación. La alternativa de lo cercano, de la soberanía local en todos los ámbitos, parece la única viable a la gigantesca crisis sistémica global que se muestra capaz de engullir todo a su paso, en un movimiento en el que la “destrucción creativa” del régimen de acumulación capitalista (como la llamaba Schumpeter) se ha resuelto finalmente en la dislocación cada vez más caótica de las fuentes de la vida misma. Se trata ahora de la destrucción por la destrucción, y  ha entrado en un conflicto irresoluble y cada vez más perentorio con la textura de los ecosistemas y con los procesos centrales de lo biológico y de lo social.
                Es en este contexto que Víctor avanza cuál es  su inquietud fundamental:
“La pregunta que nos hacemos es  hasta qué punto podría acompañar el municipio, tanto como institución informal del lugar de convivencia, como institución local del Estado, en un eventual proceso de materialización de las ideas de apoyo mutuo, democracia económica, democracia directa y desarrollo sustentable”.
Víctor pretende responder a esta cuestión con un inquebrantable rigor, que le lleva a imaginar las posibilidades de conformación de una economía capaz de cerrar en lo local el ciclo de producción, distribución y consumo. Y, para hacerlo, bucea en los aspectos concretos que pueden ser solucionados desde lo municipal y lo cercano, en como nuestras necesidades reales pueden ser cubiertas por una economía otra, afincada en un modelo concreto: el modelo orgánico de la naturaleza. Un modelo caracterizado de la siguiente manera:
                “Los modelos socio-económicos orgánicos son aquellos que extienden las formas de la economía de la naturaleza a la sociedad humana, con mecanismos de equilibrio entre agentes productivos y entorno, entre productores y consumidores, entre competencia y colaboración, implementando para ello toma de decisiones distribuidas. Han de ser modelos abiertos con posibilidad de prueba y error y, por lo tanto, capaces de autorregularse, adaptarse y evolucionar. Para lograrlo es esencial la libertad de experimentación económica, un modelo que se construya a partir de acuerdos de mínimos y cuyo desarrollo sea emergente y en múltiples direcciones. Afirmamos que las cuatro ideas fuerza planteadas: apoyo mutuo, el binomio democracia económica y democracia directa, junto con el desarrollo sustentable; poseen características intrínsecas que los hacen aptos para desarrollar modelos orgánicos. Desde una perspectiva cultural, tal conjunto de ideas –que no ideología- pueden formar un corpus cognitivo que contribuya a entender y abordar los retos de nuestro tiempo.”
                Desde estos presupuestos, el libro desciende a la arena concreta de lo real: a cómo solucionar el problema energético, por ejemplo, o el de los servicios de salud. Y, también, el de cómo implementar socialmente las soluciones que se proponen, porque muchas veces los obstáculos que impiden poner en marcha los procesos de innovación son más políticos que técnicos, y descansan más en el conformismo e inercia de las sociedades, que en la imposibilidad tecnológica o científica.
                Todos sabemos que el problema ecológico es uno de los temas centrales de nuestro tiempo. Y que su respuesta no está en la siempre creciente globalización de nuestras economías ni en el consumo desaforado de cachivaches sin utilidad humana real que se agolpan tras las vidrieras de nuestras tiendas.
No hace falta estar de acuerdo en todo con Víctor (por ejemplo, en que un sistema alternativo deba ser únicamente resultado de un proceso emergente y no implique, en su puesta en marcha, una cierta “directividad” que permita romper los bloqueos provocados por el “Viejo Mundo”) para entender que este tipo de textos son hoy día tan raros como necesarios. En el vértigo caótico que amenaza con desatar el “capitalismo senil” en el que vivimos, cuando, como dice Jorge Beinstein, estamos “ante un nuevo punto de inflexión en la larga decadencia occidental”, plantear alternativas, y hacerlo desde el rigor y la creatividad, representa un rasgo de lucidez y generosidad imprescindible. Debemos agradecérselo a Víctor.
El libro, pues, toma partido. Avanza un escenario posible de recuperación de la soberanía de los pueblos, de generación de una trama económica  con un equilibrio creativo y dinámico con el ecosistema, y con las necesidades humanas. Necesidades que no se agotan en lo básico para la subsistencia material, sino que alcanzan, también, a lo que la economista feminista Amaia Pérez Orozco ha llamado “una vida que merezca la pena ser vivida”.
La conclusión de Víctor es clara: “La economía de ámbito local tiene ciertas ventajas para convertirse en un modelo orgánico, similar a la economía de los ecosistemas estables. Los municipios permiten los flujos de bienes y servicios, capital y factores de producción, de manera menos mediatizada que otros ámbitos. “. Pero también está rigurosamente fundamentada.
Escribir para abrir espacios a una salida humana a la devastación neoliberal, es escribir para todos. Para usted, para mí, para uno mismo. Y para los que vendrán.

                José Luis Carretero Miramar.





El libro se puede obtener en el siguiente enlace: https://www.queimadaediciones.es/cat%C3%A1logo-y-ventas/potenciar-la-econom%C3%ADa-local/

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